miércoles, 23 de abril de 2014

Ante la presentación

Faltan apenas veinticuatro horas para presentar el libro.

No escribiría esta entrada, si no fuera porque el día de fiesta en Castilla y León me otorga algo de tiempo. Así que aprovecho para agradecer a todos el cariño que estáis mostrando con el libro. 

Algunos me escribís comentando que no podréis acudir a la presentación de mañana. No importa, como os estoy diciendo a cada uno. Aunque, para qué negarlo, me gustaría que pudierais venir, sé que la vida que llevamos en estos tiempos es mucho más complicada de lo que parece; el tiempo tiene la manía de encogerse, parece que los minutos tuvieran cuarenta segundos o menos. ¿No habrá algún físico o física entre los lectores que nos dé razón de esta reducción drástica?

Aún no tengo ni idea acerca de lo que mañana diré en el salón de plenos de la Diputación. Tampoco sé lo que comentará Santiago López Navia.

Elías. de Mariano Carabias (Acrílico sobre tabla)
Exposición en el Colegio de Arquitectos de Segovia
(Segovia, 2010)
Pero sí os puedo anticipar que agradeceré tantas muestras de confianza y cariño, tanta ayuda como he tenido en este tiempo de escritura del libro, a la que hacía referencia en una de las entradas anteriores. 

Hablaré, obviamente, de la obra que inspiró mis versos, sin cuya existencia el poemario no existiría. Así de simple, así de contundente.

Hablaré, quizá de la tarea del artista, del escritor, del afán de búsqueda, del camino hacia las esencias. De la sensación tan honda como tengo cada día de ser gota de agua en un océano repleto de ellas.

Digo en uno de los poemas iniciales del libro:
Estos no son mis versos, ni mis lágrimas, 
soy eslabón por donde cruza el tiempo,
y es mi labor morir en la cadena 
sin fracturar la esencia de los martes.

Y así lo siento cada día... Mejor dicho, así lo siento más cada día, con más intensidad si cabe. Sin los demás nada de lo que hago sería posible ni tendría sentido. El libro, en el que puse todo mi empeño y mi esfuerzo, eso es tan cierto como lo otro, en el fondo no es más que un canto a la vida que viene fluyendo desde hace tantos de cientos de miles de años.

A veces pensamos (o pienso) que esta generación es la mejor de cuantas pobló el planeta, pero no es cierto. Contemplar los retratos de mi hermano en que ha puesto rostros de hoy a personajes de ayer, me hizo recapacitar que la vida no ha cambiado tanto. Que en esencia el ser humano de ayer y de hoy y de mañana es el mismo. Sus miedos e ilusiones, sus tristezas y alegrías poco difieren, si es que algo han cambiado. Sólo se han modificado (y quizá no es poco) el envoltorio y la tecnología, pero no la esencia.

Mi voz, pues, este poemario, quizá las palabras que mañana diga, no es más que el eco de todo esto que digo. Los andamios de los pájaros, es esa brisa, ese aire por el que vuelan las aves, pero también nuestras miradas, nuestros gestos, los mismos que deshabitaron las tumbas, como afirmo en el poema que abre el libro; es decir, y al cabo, este libro pretende ser un himno a la vida, una vida que, a pesar de las apariencias, se sucede a sí misma.

No hay gestos en las tumbas
[Introito]
No hay gestos en las tumbas
vacías de sonrisas o de lágrimas,
vacías de cansancios o esperanzas.
No hay gestos en las tumbas,
pues son el respirar de nuestra estirpe,
su aleteo insaciable,
eslabones de un rostro con su especie
desde el primer incendio
                                                 a la última caricia.
No hay gestos en las tumbas,
como sabe el pintor
que busca las efigies del pasado,
al contemplar facciones del presente,
donde anidan los gestos sin cenizas,
besando los andamios de los pájaros.
            (Los andamios de los pájaros. Isla del Siltolá 2014. Pág 13)


Sólo quería decir esto ahora y daros las gracias muy efusivas por vuestras muestras de apoyo y cariño: a los compañeros de la Diputación por tanto como se están esforzando en esta presentación, a los medios de información que se hacen eco de ella, a cuantos me contestáis a la invitación, a los blogs de amigas y amigos que os hacéis altavoz de este acto y del libro, por supuesto a Javier Sánchez Menéndez y a la Isla del Siltolá, por haber confiado en el libro hace tiempo, a Isolda Wagner y María Luisa Arnainz por sus consejos y lecturas y, sobre todo y ante todo, a Mariano Carabias porque su obra es el cimiento en que se edificaron los poemas. Sin ella apenas serían humo... mejor dicho nada.

1 comentario:

  1. Por una vez y anticipándome a nuestro querido Pepe, ten por seguro que estarán nuestros corazones en una esquina escuchando lo que quieras decir.
    Disfruta de todo y cuéntalo. Muchos besos, como pájaros..

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