Sábado, 6 de noviembre de 2010
—XII—
A las diez de la mañana me pongo de nuevo a estas
letras. Y es que resulta que esta madrugada, mientras yo ya dormía, Marcos ha
decidido publicar el último capítulo de la novela de 7 plumas. Cuando me he levantado y lo he visto, no me quedaba más
remedio que copiarlo, digerirlo, comentarlo.
Hemos llegado al final de
toda una novela. De una gesta diría yo, porque hasta el final y a pesar de lo
que habíamos dicho en Zaragoza, hemos mantenido el pacto en el que quedamos el
primer día, y nadie ha dicho a nadie por dónde iría su capítulo, salvo Marcos,
precisamente, que nos transmitió el párrafo final, pero que era la concreción
personal y magnífica que él había escrito sobre esa conclusión, más o menos
pactada en Zaragoza.
Y ahora me siento
emocionado con haber cubierto esta gesta, porque han sido siete cabezas puestas
al servicio de una idea, aportando cada una lo que buenamente estimaba
conveniente, y se ha demostrado que no todos los escritores somos unos egos
insufribles. Quizá para ello haya que poner algo de distancia en el proyecto, y
tener las ideas muy claras de que no es a ti a quien corresponde su buena
llegada a puerto.
Sé que ahora me toca la
parte más difícil y larga, porque intuyo que me ha de corresponder unificar
todo el texto, corregir sus defectos que, sin duda, tiene. No haré nada por
apuntarme a semejante tarea, pero creo que me va a caer, si no es que me ha
caído ya.
Y ahora la pretensión es
intentar que ese trabajo también me sirva como nutriente a este libro.
Parece una locura lo que
acabo de escribir, pero así me lo tengo que tomar. Así me tengo que tomar todo
lo que haga a partir de ahora.
Siento que este libro de
poemas ha de ser la criatura que llevo en mis entrañas, y todo en mi vida
durante los próximos meses tiene que ir encaminado a que vea la luz como una
criatura sana y gozosa. Y lo peor para los embarazos es el estrés de la madre,
porque ese nerviosismo acaba por afectar a la criatura.
Siguiendo con la analogía,
me siento preñado por los retratos de Mariano. Todavía no se nota, pero se me
acabará notando. Como no es mi primera criatura, espero actuar, no como las
primerizas, pero sí con ese amor que sólo las madres saben otorgar a todos sus
hijos, ocupen estos el lugar que ocupen entre la prole.
Ahora y durante el tiempo
que dure, mi único objetivo es que todo llegue a buen puerto, que esta vida que
crece despacito en mi interior llegue a colmo del mejor modo posible.
…Y quizá
ya sea hora de dejar toda esta palabrería previa y ponerse manos a la obra.
¡Hola, Amndo!!!
ResponderEliminar¡Bueno, pues aunque en el "embarazo" haya habido estrés! El alumbramiento siempre es glorioso. Mi felicitación y mi estima, Poeta Grande. Un beso.
Ahora te envío un correo.
Te comí la a. Y eso que acabo de tomar una manzana.
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